¡Betún de Judea canaliza los nervios como le da la gana!
Parece que las cabinas de teléfono están a punto de desaparecer pero antes de arrancarlas de cuajo del suelo de nuestras calles, deberíamos replantear su función y utilidad. Estamos de acuerdo en que para llamar todo el mundo usa el móvil y es indudable que ya ni los niños gastan bromas a cobro revertido desde estos teléfonos públicos, pero, ¿y si las reciclamos y las usamos como anti-stress?
Se convertirían así en un elemento al que, por un módico precio, podríamos golpear hasta la saciedad aliviando así nuestra ira, rabia o ansias de revolución social. Un poco como hasta ahora, vamos.
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