¡Betún de Judea suena a lo de siempre!
Porque en lo conocido, lo repetitivo y lo cotidiano nos reconocemos, y eso nos gusta.
Pero hay que exprimirlo más porque la felicidad está en los pequeños detalles, en los gestos que suelen pasar desapercibidos, en los sonidos, aromas y sabores que nos rodean y en los que apenas reparamos. Seamos contemplativos, disfrutemos del aquí y ahora, celebremos lo sutil y gritemos todos:
¡El tamaño no importa!
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