viernes, 10 de abril de 2015

La Princesa Prometida


¡Betún de Judea está conectado!
Ya no hay duelos como los de antes.
Ya no hay juramentos rencorosos por ver mancillado el honor propio o el de nuestros seres queridos, ya no se le da importancia a la honra, ya no importan las afrentas, se ven pocos guantes cruzando caras y no se llevan a cabo las gloriosas venganzas bien guardadas durante décadas de antaño.
¿Nos hemos vuelto unos blandos?
Quizás un visionado de La Princesa Prometida nos devuelva las ganas de reclamar una compensación por robarnos Wi-Fi, nos aliente a exigir una satisfacción la próxima vez que alguien se cuele en la fila del cine o, sonrisa mediante a lo Íñigo Montoya, desafiemos al que se lleve el último carro del supermercado. 

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