martes, 6 de octubre de 2015

Sequía


¡Lo que cuesta a veces encontrar el Betún de Judea!

Las musas no tienen WhatsApp, ni correo electrónico, ni siquiera un fijo al que llamarlas para dejarle un mensaje a sus madres si no están. No hay Ouija que las invoque ni puchero de montaña al que acudan. No se les conoce un antro que suelan frecuentar ni puesto fijo en ninguna plaza.
Ellas son muy de aparecer por casualidad. De lejos. Doblando una esquina y sin mirar atrás por mucho que las llames desde la otra acera, provocando tachones en la libreta de apuntar ideas, y haciendo que muerdas el lápiz mientras miras un rincón vacío o el techo de tu habitación.
Aún así, nos empeñamos en abrir otra puerta por si las pillamos por sorpresa en la habitación sin muebles de al lado. 

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